Devenir animales de ruido – una estrategia para escuchar en paisajes urbanos


Creciendo entre grandes complejos urbanos como Shenzhen y Hong Kong, mi infancia estuvo acompañada por los bajos zumbidos de las máquinas industriales y la sinfonía visceral de la construcción interminable. En los últimos 30 años, Shenzhen se ha convertido en un centro neurálgico de piezas de circuitos eléctricos y avances tecnológicos. Jóvenes en sus veintes y treintas entran y salen de la ciudad para digitalizarse, para convertirse en unos y ceros, para vivir en un entorno increíblemente artificial tanto interna como externamente.
Caminar con auriculares por la ciudad se convirtió en una autohipnosis y una meditación necesaria hacia una idílica distopía sonora. La gran cantidad de material auditivo que encontramos a diario es en gran medida inasible para los oídos no preparados. En cambio, nos intriga, confunde y atrapa el incomprensible murmullo de la red eléctrica de numerosos y gigantescos centros de data[1]. Como animales sonoros que conceptualizamos nuestra existencia espacial con el sonido, dejamos que la confusión se convierta en una adicción, en una hiperrealidad de un mundo sonoro mundano, paranoico en su propia autenticidad.
En Huaqiangbei, Shenzhen, fui testigo de la creciente obsesión por la tecnología “HI-FI” entre los jóvenes de mi generación: auriculares estáticos caros y cancelación de ruido activa hecha para recrear los sonidos suaves y delicados que, de otro modo, no sobrevivirían la brutal realidad sonora[2]. Vivimos entonces en una sordera inevitable provocada por un vendaje intencional: la búsqueda de la alta fidelidad sólo es posible a través del simulacro. La acústica natural y las ondas sonoras se transforman en dígitos on/off. Lo data no se percibe con las características espectro temporales del sonido natural que viaja por el aire, ni con los matices de los gestos encarnados y las reflexiones espaciales; en cambio, la corteza auditiva de nuestro cerebro se enfrenta a una carencia sintética.

La escena de la transmisión en vivo en China ha explotado en popularidad, con la industria de transmisión en vivo del país estimada en más de $4 billones de dólares en 2020[3]. Los usuarios pasan horas viendo a sus streamers favoritos realizar diversas actividades, desde cantar y bailar hasta comer y jugar. En la vida de un streamer en vivo, donde cada pequeña fractura de la garganta se captura en el micrófono, mientras miles de individuos pagan para escuchar de cerca a una sola persona. La distancia entre la fuente del sonido y el micrófono, entre el micrófono y el oído que escucha, es infinitesimal.
Uno de los problemas más destacados que encontramos en el procesamiento de señal digital es lo que se conoce como “aliasing”: un efecto que hace que diferentes señales se confundan o se conviertan en alias entre sí cuando se samplean, lo que resulta en una distorsión o pérdida de señal cuando un sampleo digital se reconstruye para ser una salida analógica continua. Se conjura así un fenómeno de la nueva era auditiva digital: el aliasing de un cuerpo vivo. El propio acto de escucha ha reducido el cuerpo a un oído en el proceso de desestratificación de significados sónicos y la destrucción de la transferencia de energía. Aparece un cuerpo sin órganos que se estira e intensifica para ser él mismo la máquina auditiva, una que luego cautiva y catatoniza el murmullo de lo mecanizado, y estratifica otro cuerpo resonante en un oído hacia un solo cuerpo aliasado: la anti producción de sonido.
Mientras que sobre estratificar nuestros oídos por autoprotección solo conduce a la producción incontrolable de la nada en los sonidos, abrirlos permite que el ruido se infiltre. Pero esta apertura es una invitación a una evolución necesaria: devenir animal de ruido para desarrollar una visión “nocturna” para las vibraciones traicioneras…
De lo que LaBelle describe como el oyente del “espacio intermedio como un mundo rugiente”, uno puede imaginar un animal de ruido táctico en la oscura noche sónica que escucha con “tacto y ternura” los siempre cambiantes, complejos y confusamente engañosos entornos sónicos. Un animal de ruido es sensible a los oídos inteligentes de las habitaciones, coopera con ellos en una redefinidora narrativa del encuentro para percibir lo que de otro modo es inimaginable.
Cox pinta un hermoso cuadro de una hipotética raza de cyborgs que migra a través de la ” DNA-Transmolecularization Vibrationsurfing ” y crea nuevos patrones de significado con el ruido. Un animal de ruido es un creador musical que olfatea y reimagina un conjunto futurista de vocabulario acústico derivado del mundo sonoro presente.
Un animal de ruido escucha con hambre y sin una respuesta. La tecnología actual se centra en resolver problemas, encontrar respuestas y proporcionar paisajes sonoros ilusorios, limpios y direccionales. Devenir animal de ruido no es una estrategia de supervivencia, sino una táctica creativa que nos lleva a redefinir una realidad sónica en la que existimos críticamente.[4]
Ivy Fu
[1] B. Bosker, “Why everything is getting louder,” The Atlantic, 08-Oct-2019. [Online]. Disponible en: https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2019/11/the- end-of-silence/598366/. [Accessed: 18-Mar-2023].
[2] Carey JM, Rossler K. The How When Why of High Fidelity Simulation. [Actualizado el 1ero de mayo de 2023]. En: StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; enero, 2024-. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK559313/
[3] Zhang, Ruiwen. “Live streaming platforms in China: a comprehensive review.” Asian Journal of Communication, vol. 29, no. 6, 2019, pp. 595-611.
[4] Cox, Jessie. “Cyborg Concert Synopsis.” Jessie Cox, 2020. https://www.jessiecoxmusic.com/cyborg concert-synopsis.

